lunes, 3 de octubre de 2011

Luchando contra la tristeza

Parece que la tristeza nos rodea en estos tiempos de crisis económica. Todos conocemos a alguien que está triste o deprimido y eso que muchos se lo callan. La tristeza actúa como la fiebre, nos avisa de que algo va mal, o algo que no nos gusta ha ocurrido. Los psicólogos sabemos que esa tristeza es el mayor motor de cambio que existe. Tenemos que sentirnos mal para querer hacer algo al respecto y en consulta aprovechamos esos sentimientos para motivar a alguien a que cambie. El problema aparece cuando esa tristeza se vuelve más profunda y sobre todo, cuando perdura en el tiempo y llega a paralizarnos. Sufrimos entonces de una depresión que tenemos que abordar para seguir adelante.

Muchas personas optan por un tratamiento farmacológico. Las pastillas son rápidas, bastan unas dos semanas para conseguir su efecto una vez que se identifica la más adecuada, pero lo cierto es que aunque útiles, (sobre todo en depresiones biológicas más causadas por neurotransmisores que no funcionan bien que por reacción a problemas en nuestra vida), a veces, después de dejarlas recaemos.  Habría siempre que complementar ese tratamiento con producir un cambio de pensamientos que se mantienen con firmeza a pesar de ser equivocados. Pensamientos negativos acerca de la pobre valía de uno mismo y de la capacidad para enfrentarnos a lo que nos rodea. Hay que aprender a juzgar las situaciones de forma realista dando a cada evento la importancia relativa que tiene en cada momento. Hay que racionalizar y premiar aquellas situaciones que funcionan y que tendemos a ignorar dando prioridad a aquellas en las que fracasamos. Hay que dejar de ver el vaso vacío y cargarnos de optimismo y confianza en nosotros mismos.

Es curioso que la tristeza y la ansiedad frecuentemente vengan de anticipaciones a eventos que luego cursan de manera muy diferente a lo que habíamos previsto. Mucho de lo que nos entristece nunca ocurrirá y aprender a pensar de manera distinta y a relativizar puede reducir mucho no solo nuestra ansiedad sino también nuestra tristeza.

La lucha contra la depresión incluye además un trabajo en las relaciones sociales. A menudo la tristeza nos sobreviene tras la pérdida de un ser querido. Hablar y expresar sentimientos y mejorar habilidades en relaciones sociales ayuda a superar la depresión y enfrentarse a la negociación necesaria en nuestras relaciones con compañeros de trabajo, con nuestra pareja y nuestros familiares, con amigos. Al fin y al cabo las habilidades de negociación, la asertividad y la empatía son herramientas que nos ayudan a relacionarnos dentro y fuera de nuestros trabajos. Nos ayudan a expresar lo que pensamos y sentimos, a solucionar los conflictos que pueden surgir, verbalizando lo que pensamos y aceptando los resultados de la negociación.

Por último recomendar la importancia de realizar actividades placenteras a aquellas personas que estén tristes o deprimidas. Numerosos estudios confirman la importancia de realizar deporte, por ejemplo, para superar la depresión. El efecto de forzarnos a salir y a interaccionar con lo mejor del mundo que nos rodea es muy útil. Es fácil, las conductas reforzadas se repiten, si vamos al cine, estamos con amigos, disfrutamos de nuestros hobbies nos sentiremos mejor. Es posible que la tristeza se interponga en el comienzo de estas actividades pero deberemos forzarnos a realizarlas para luchar contra la tristeza. Los estudios incluso muestran la misma eficacia de estas actividades que la medicación con menos recaídas. Comienza a caminar todos los días desde ya. Solo trae beneficios.

Si haciendo ejercicio y forzándonos a salir, intentando ser más realistas y positivos, reduciendo nuestra ansiedad ante el futuro, mejorando nuestras relaciones con los demás a través de la asertividad y la mejora de nuestra capacidad de negociación y aprendiendo a valorarnos no somos capaces de sentirnos mejor, o no somos capaces de hacer todo esto solos necesitaremos de ayuda profesional. Para eso están las empresas de Programas de Asistencia al Empleado PAE. Llamando a un numero 900 tienes todo el apoyo que puedas necesitar de forma gratis para el empleado y para su familia.

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