Ayer disfrute del libro
Inteligencia Emocional 2.0 de Travis Bradberry y Gean Greaves fundadores de
Talent Smart, una consultora líder mundial en la evaluación y formación de
inteligencia emocional. Pensé que este mes podríamos seguir hablando de inteligencia
emocional.
El primer capítulo nos habla de
un surfero que buscando las mejores olas se aleja de la costa y encuentra un
tiburón blanco más grande que él. Ante el peligro se ve invadido por multitud
de emociones que le paralizan. El miedo, el terror, la tristeza ante poder no
volver a ver a su familia, la preocupación por que será de ellos,… todo ello le
bloquea. Ante un estimulo amenazante, nuestro personaje automáticamente se
paraliza y pone en riesgo su vida. Tras dos ataques del tiburón de los que sale
airoso, solo una cosa le salva: la capacidad de pensar y actuar fríamente
planeando como escapar del ataque. La historia ilustra como la primera reacción
a lo que nos rodea es siempre emocional (el sistema límbico del cerebro) y
como, si no somos capaces de pensar y manejar adecuadamente esas emociones ,(el
córtex frontal del cerebro) las cosas
pueden ir mal, incluso muy mal.
Ya hace años que nos dimos cuenta
de que la inteligencia académica, la de los exámenes, no se correlacionaba
directamente con el “triunfo” en la vida, o con la “felicidad” pero la
inteligencia emocional, es decir el manejo adecuado de las emociones, la
comunicación entre el pensar y el sentir, entre el sistema límbico y el cortex,
si lo hacía de una forma más clara.
Curiosamente Talent Smart constató
también que a lo largo del tiempo, la inteligencia emocional de la población ha
estado aumentando paulatinamente, es decir, que estamos aprendiendo a manejar
mejor nuestras emociones (especialmente los hombres que siempre estuvimos más
rezagados) pero esta tendencia se frenó con
la “crisis”. La famosa crisis también afecta nuestra inteligencia emocional.
Tiene cierta lógica que controlemos mejor nuestras emociones cuando todo va
bien que cuando las cosas se ponen duras. Es más fácil controlarse al pensar
que puede haber una amenaza que cuando realmente la hay y mucho más difícil
controlarse cuando hay muchas cosas que no van como quisiéramos.
Los autores de este libro nos aclaran
que la inteligencia emocional, al contrario que “las otras”, se puede mejorar (en
ello basan su negocio) y esto es cierto. Podemos aprender a identificar
nuestras emociones y a controlarnos. Fisiológicamente nos dicen que es cuestión
de cambiar las conexiones neuronales que ahora nos hacen, por ejemplo, estallar
con ira ante una frustración, estableciendo conexiones nuevas con el cortex de
manera que podamos actuar modulando nuestras reacciones. Siempre teniendo en
cuenta nuestras emociones, no suprimiéndolas podemos crear nuevos caminos
neuronales que para eso nuestros cerebros gozan de plasticidad. Podemos también
aprender a tener en cuenta las emociones de los demás y haciéndolo, actuar de
maneras más efectivas y cuando digo más efectivas me refiero a actuaciones que
nos hagan más felices y nos ayuden a relacionarnos mejor con los demás.
Talent Smart nos habla de cuatro áreas
para trabajar si queremos mejorar nuestra inteligencia emocional (IE o EQ en
inglés). La primera sería el autoconocimiento. Tenemos que saber lo que nos
dispara, lo que nos pone tristes, lo que nos descontrola. Tenemos que saber el
efecto que tenemos sobre los demás. Solo conociéndonos y aceptándonos podemos
hacernos mejores. La segunda es la autogestión. Una vez que nos conocemos
debemos gestionar nuestras emociones, pensamientos y nuestro comportamiento.
Detectando las señales, podemos y debemos actuar sobre ellas, podemos
reaccionar rápidamente y recuperar las riendas de lo que hacemos, podemos
pararnos a pensar antes de actuar. La tercera es la que llaman la adquisición de
estrategias de conciencia social. La conciencia social es una habilidad que se utiliza
para identificar y comprender los estados de ánimo de otros individuos y de
grupos enteros de personas. Se trata de mirar más allá de nosotros mismos hacia
los demás. La cuarta y ultima es la adquisición de estrategias para gestionar
las relaciones. Una vez que conocemos al otro debemos saber gestionar esas
relaciones adecuadamente. Independientemente de que el otro nos guste más o menos.
Si en la tercera habilidad identificamos al compañero o cliente toxico, con la
cuarte aprendemos a manejarlo de manera que no se interponga en nuestras metas
y nuestros proyectos salgan adelante.
Para el autoconocimiento es
importante no clasificar los sentimientos como buenos o malos, sentir,
observarnos, no dejarnos llevar por el desánimo, revisar nuestros valores y
nuestro aspecto, buscar el feedback de los demás, conocer nuestras reacciones,
sobre todo cuando estamos estresados y no huir de las situaciones incomodas
sino aprender de ellas. Para la autogestión debemos aprender a contar hasta 10,
ser coherentes, controlar nuestro dialogo interior, consultar con la almohada,
hablar con personas neutrales, buscar ratos para cargar las pilas, reír más,
visualizar como se hacen las cosas bien, que hay que hacer para que ocurra lo
que queremos que ocurra. Hay que concentrarse en hacer y no en lo que no se
puede hacer.
Para tener conciencia social hay
que observar a los demás, escuchar lo que dicen y mirar su lenguaje corporal,
hay que organizar el desorden y no distraernos, hay que ser empático, observar
a la gente, ponernos en lugar del otro y captar el estado de animo de las
personas que nos rodean. Para gestionar
las relaciones deberemos mantenernos abiertos y curiosos, evitar lanzar
mensajes confusos buscar frases conciliadoras en conversaciones difíciles,
reconocer el trabajo de los demás, estar abiertos, enfadarnos controladamente,
sabremos aceptar el feedback y confiar en los demás.
Todo fácil de decir y más difícil
de hacer. Talent Smart tiene un test para medir el cociente emocional de cada
uno e identificar las áreas que mayor trabajo requieren. Obviamente no
cambiamos en un día y no podemos cambiarlo todo a la vez. Pasito a pasito como decía
Billy Cristal en una película dónde hacia de psiquiatra perseguido por un
paciente. Lento pero seguro. Ahora, especialmente en los tiempos que corren,
debemos aprovechar la dificultad para aprender de ella y mejorar nuestra
inteligencia emocional.
El libro mencionado es
Inteligencia emocional 2.0: Estrategias para conocer y aumentar su coeficiente
de Travis Bradberry y Jean Greaves. Editorial Conecta. 2012.
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