Una manera de plantearnos como podemos hacer que las cosas
cambien es acudir a Jonathan Haidt quien en su libro “La Hipótesis de la
Felicidad” nos plantea que la dificultad que tenemos para cambiar se origina en
el conflicto que existe entre nuestro
lado racional y nuestro lado emocional. Para ilustrarlo nos presenta una
analogía muy gráfica: la figura de un jinete a lomos de un elefante. Según esta
analogía, el jinete representa nuestro lado racional, las órdenes sobre a donde
tenemos que dirigirnos y que debemos hacer para cambiar, mientras que el
elefante representa nuestro lado emocional, grande, pesado y a veces testarudo.
Mientras que el jinete parece tener el control absoluto con su poco más de
metro y medio y cincuenta kilos, el elefante de seis toneladas puede proponerse
llevarle a otro sitio sin que el jinete pueda hacer nada. Imaginemos por
ejemplo que se asusta ante un ruido, o ante un ratón.
El elefante comprende todos nuestros sentimientos, las reacciones
inmediatas y viscerales, (las tres “Fs” de las que hablan los americanos: Fight,
Flight, Freeze o Lucha, Escapa, Paralízate) pero también los sentimientos de
amor, compasión, preocupación por los demás etc. El jinete comprende la razón,
nuestro córtex frontal cerebral capaz de discernir qué es lo que hay que hacer
en cada momento. Aunque el jinete crea tener un control absoluto y firme sobre
el elefante, en realidad no lo tiene. Aunque quiera llevarnos a comer menos, a
dejar de protestar, a tener mejores resultados en el trabajo o controlarnos
mejor cuando nuestros hijos nos sacan de quicio, el elefante puede llevarnos
por otro lado. Cada uno, elefante y jinete, tiene su propia inteligencia
(emociona IE e intelectual CI) y no siempre funcionan bien juntos. El elefante
por ejemplo es un haragán y no le gusta el sacrificio a largo plazo, analizar y
pensar más allá de una reacción y del momento. El jinete lo analiza todo,
sopesa y sabe dónde tiene que ir aunque eso signifique renunciar a placeres
inmediatos.
Hoy en nuestro blog, solo queremos plantearos algo. Para
cambiar no podemos hablar solo con el jinete. O hablamos con el elefante, le
escuchamos y le entendemos o puede no querer llevarnos donde hay que ir. Solo
cuando seamos capaces de alinear razón y emociones; jinete y elefante podremos
conseguir cualquier cambio que nos propongamos en nuestra vida laboral o
personal.
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