viernes, 15 de febrero de 2013

El problema de no aceptar ni las circunstancias, ni a los demás como son:


Hoy queremos hablar de uno de los mayores problemas que TODOS tenemos en casa y en el trabajo. A todos nos cuesta aceptar que las personas no hagan lo que nosotros creemos que tienen que hacer y que las cosas no marchen como nosotros creemos que deben de marchar. Grave problema y el origen de la agresividad y el descontrol que vemos a nuestro alrededor. La ira surge de la frustración de ver que personas y cosas no son lo que queremos que sean.

Juzgar las opiniones y el comportamiento de los demás, tratar de cambiarles y corregirles con la consiguiente frustración (¿quién se deja cambiar así como así?) lleva a grandes enfados y a sentimientos de impotencia y de rabia. No podemos esperar que los demás se porten de otro modo y tenemos que aceptar, que aunque seamos conscientes de que los demás se equivocan, todos tienen derecho a actuar como quieran. Al fin y al cabo, las personas actúan en función de sus intereses y sus objetivos basándose en su propia experiencia que por otro lado puede ser muy diferente de la nuestra. Hay tantos puntos de vista como personas hay en el mundo y todos sabemos lo que nos conviene mejor que nadie. De la realidad no hablemos. Si hay crisis tenemos que aceptar que las cosas son así para ponernos a cambiarlas y no nos ayudará solo quejarnos resistiéndonos  a aceptar que ciertas cosas son como son. Si para ir a trabajar pasamos mucho tiempo sin poder avanzar debido al tráfico, tendremos que aceptar que esto ocurre y desde esa aceptación  encontrar soluciones como utilizar el tiempo para aprender inglés o para relajarnos escuchando música.

¿Alguien puede pensar en algún rol donde podamos controlar lo que hace el otro o cambiar la realidad? ¿Podemos cambiar a nuestros compañeros de trabajo y conseguir que hagan lo que queremos? Ni siquiera como managers o directivos conseguiremos cambios por la fuerza, quizás sí de algunos, pero nunca de todos, todo el tiempo. Como padres, nuestros hijos harán mucho de lo que queremos, pero no siempre, y mucho menos a partir de la adolescencia. ¿Cuánto nos cuesta que un hijo perezoso se ponga a estudiar? ¿Si lo conseguimos es porque les hemos obligado o porque ellos han decidido hacer algo diferente? ¿Conseguimos que nuestra pareja siempre haga lo que creemos que debe hacer o también tiene su criterio, con cierta frecuencia diferente del nuestro? Cualquier interacción en casa o en el trabajo puede ser el origen de frustraciones porque las cosas no las hacen los demás como queremos o porque la realidad no es la que queremos que sea.

Solo desde la aceptación del otro y de la realidad podremos relajarnos, controlar nuestra ira, hablar y negociar. Solo conociéndonos, sabiendo lo que nos descoloca del otro pero escuchándole podremos reducir nuestras frustraciones y disponernos a encontrar soluciones. Recordemos que escuchar el discurso del otro no significa estar de acuerdo con él/ella. Significa aceptar que solo desde entender las razones que llevan a los demás a pensar o actuar con diferentes criterios podremos, mediante la negociación y la asertividad, entendernos. Dejemos de invertir energía en controlar lo que los demás dicen, piensan, hacen y sienten o de cambiar realidades que no se pueden cambiar y utilicémoslas para encontrar soluciones. Nos sentiremos mejor y mucho menos frustrados.

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