miércoles, 9 de octubre de 2013

Maravillandonos


 
Hay palabras que están en desuso. Por ejemplo yo ya no escucho rebeca (usamos chaquetas) o “apearse del autobús”, nos bajamos de él. La mayoría de ellas las dejamos de usar porque tenemos sustitutos. Hay otras, sin embargo, que desaparecen porque ya no las necesitamos. Hace cuanto que no escuchamos la palabra “maravillarse”. Personalmente desde aquello del “… y como me la maravillaría yo, hay como me la maravillaría yo….” no he vuelto a escuchar la palabra. ¿Por qué? Muy sencillo, porque con la excepción de los niños, hoy rara vez nos maravillamos ante algo. Quizás ante alguna obra de arte o espectáculo, pero rara vez. Es triste porque maravillarse ante algo está relacionado con la curiosidad, la aventura, la novedad, la creatividad, el aquí y el ahora. Insisto, nos quedamos con no asumir riesgos, no probar cosas nuevas, con el constante miedo a ser diferentes y a equivocarnos. Con la inseguridad (baja autoestima) y el asegurarnos de que nadie es mejor que nosotros criticando todo aquello que se sale de la “normalidad” y atacando al que se equivoca. Y si todo es igual… ¿Quién se va a maravillar? Solo depende de nosotros. Busquemos maravillarnos y como bombillas dejaremos de brillar a 40 vatios para brillar a 200. Maravillarse cada día afecta nuestra actitud en el trabajo y en casa y solo requiere parar para prestar atención.

(También es cierto que al contrario hay palabras que aparecen en nuestro vocabulario incluso antes de que la real academia las acepte. El término “procrastinar” del inglés “procrastinate” o dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, es cada vez más usado. ¿Triste no?)

martes, 21 de mayo de 2013

Produciendo en serie

 
Hace unos meses escuché en la radio que la música, con los años, se estaba volviendo cada vez “más uniforme”. Aparentemente, la amplitud de las notas musicales es más reducida por lo que la mayoría de las canciones se parecen más. El oído prefiere escuchar más de lo mismo. En un comentario reciente que publiqué en Facebook, escribí que estábamos rodeados de gente que también, al leer lo mismo que nosotros y escuchar las mismas noticias, tiende a pensar lo mismo. Mi hija, que estudia diseño industrial entregaba esta semana un trabajo sobre como la globalización genera diseños similares en moda, arquitectura, muebles, páginas Web… Parece que todo nos conduce a lo mismo: Nadie se arriesga a pensar, ser o crear diferente, se busca más de lo mismo.
Como psicólogo, sigo manteniendo que hemos creado una sociedad narcisista y como consecuencia la crítica se vive mal. Si todos leemos, pensamos, diseñamos y escuchamos lo mismo, todos seremos iguales y la amenaza de la crítica desaparecerá. Aunque nuestros egos agradecerán la falta de amenaza de cualquier comentario que cuestione nuestro trabajo, nuestras vidas no lo harán.
La desaparición de la crítica, que en apariencia puede ser buena, nunca lo será. Sería como decir que el conflicto tiene que desaparecer y sabemos que sin él, no podemos crecer ni avanzar. Lo preocupante de que todos pensemos igual es que nunca encontraremos soluciones nuevas a los problemas. Todos abordaremos las dificultades de la economía, de las relaciones con familiares y amigos y del trabajo de una misma y única manera. Nadie ira contracorriente, nadie será original, nadie nos hará pensar ni nos forzará a plantearnos distintos caminos para llegar a una misma meta final.
Nos habremos instalado en la mediocridad y en un crecimiento lento sin revoluciones científicas, ni políticas, ni laborales. Y sin esos cambios nos mantendremos iguales todos, como productos hechos en serie, abocados al aburrimiento.
Señores, atrevámonos a probar cosas nuevas, seamos optimistas y dejemos de hacer lo mismo y pensar lo mismo que los demás. Salgamos del círculo de confort de ser como todos para probar cosas nuevas. Perdamos el miedo a la crítica, aprendamos de nuestros errores, arriesguémonos. Solo así seremos diferentes y cambiaremos las cosas. Solo así, y trabajando duro saldremos de la crisis.  

lunes, 20 de mayo de 2013

“Mens sana in corpore sano”: los beneficios del deporte en la salud mental, el optimismo y la felicidad.


“Mens sana in corpore sano”. Aunque originalmente esta cita se refería a la necesidad de rezar para mantener la salud física y psicológica, con el tiempo su sentido se ha ido desviando hacia la firme creencia de que en un cuerpo sano hay más posibilidades de que nuestra mente se mantenga equilibrada y manejemos mejor nuestras emociones.

 
Esto que parece intuitivo se ha convertido en los últimos años en algo que la ciencia ha corroborado y corrobora. La American Psychological Association en su revista “Monitor” de hace unos meses nos presentó en portada un artículo sobre “las nuevas investigaciones sobre la conexión entre el ejercicio y la salud mental.”  Según dicho artículo “se va acumulando evidencia sobre los beneficios del ejercicio y sin embargo los psicólogos a menudo no utilizan el ejercicio como parte de su arsenal para ayudar a las personas”. También está claro que el mensaje no está llegando como debiera a la población.

Lo primero que muestran los estudios es que el ejercicio mejora el humor. Tan solo después de cinco minutos de hacer ejercicio nos sentimos mejor. Hay suficientes datos epidemiológicos que sugieren que la gente activase deprime menos que la inactiva y las personas que eran activas y dejan de serlo tienden a estar más deprimidas que aquellas que inician o mantienen ejercicio. Según un estudio de Blumenthal en el 2007 con personas deprimidas, el ejercicio es comparable a la acción de antidepresivos y las recaídas disminuyen en personas que hacen ejercicio. Definitivamente los psicólogos deben “recetar deporte” para ayudar a la gente.

Algunos investigadores sospechan que el ejercicio incrementa la serotonina, un neurotransmisor necesario para no deprimirse. También parece que el ejercicio aumenta un factor neurotrópico que apoya el crecimiento de las neuronas. Otra teoría dice que el ejercicio ayuda a normalizar el sueño, algo que se sabe que tiene efectos protectores sobre el cerebro. También hay explicaciones psicológicas. El ejercicio puede dar un kick que ayude a la persona a volver a realizar actividades significativas incrementando el sentimiento de logro. Puede ser también que el ejercicio dé fuerza al cerebro de manera que el estrés tenga menos impacto sobre él. Probablemente sea más de una la razón para que el ejercicio sea tan útil.

En cuanto a la cantidad o el tipo de ejercicio, la mayoría de los estudios se hacen con aerobic pero parece que el trabajo de gimnasio con pesas también es efectivo. Los estudios sobre el yoga parecen prometedores y caminar, correr o nadar son también posibilidades. Queda mucho trabajo por hacer para poder especificar si algún deporte es mejor que otro y el tiempo que se debe dedicar. Lo que está claro, lo importante es hacer algo de ejercicio y la sabiduría popular recomienda al menos 20 minutos tres veces por semana siempre sin que nos falte el aire.

miércoles, 24 de abril de 2013

Los Programas de Asistencia al Empleado



Llevamos muchas entradas relacionadas con la felicidad y la importancia de estar bien. Al fin y al cabo Healthy Work es una empresa que se preocupa por la salud de las personas, no solo en su rol como empleados sino también como padres, hermanos, hijos, parejas etc. Hoy queríamos hacer algo diferente y recordaros lo que son los programas de asistencia al empleado (PAE o EAP en inglés).

Muy frecuentes en los países anglosajones (más del 90% de las grandes empresas en USA y más del 85% en GB cuentan con estos programas), los Programas de Asistencia al Empleado son pagados por la empresa y se basan en hacer accesible, tanto a empleados como a sus familiares, la ayuda necesaria para solucionar  problemas de la vida diaria.

Por un lado el PAE cuenta con un modo de acceso fácil,  un teléfono 900 gratuito y disponible 24 horas al día los 365 días del año. Por otro facilita profesionales altamente cualificados para abordar los problemas que puedan surgir en las siguientes áreas:

-          Problemas psicológicos, dificultades de relación, estrés, tristeza, ansiedad, alimentación, comportamiento de los hijos …

-          Problemas legales, dificultades con caseros, testamentos, comunidades de propietarios, embargos …

-          Problemas financieros, información sobre impuestos, préstamos, tramites con la administración, planes de pensiones.

-          Problemas en el día a día tales como búsqueda de guarderías, residencias, colegios, viajes, información sobre servicios públicos y privados, servicios médicos o de wellness

Suena bien ¿no? Garantizamos la calidad del servicio y somos externos a la empresa de manera que la llamada es siempre confidencial. El coste para el empleado o familiar es gratuito y la empresa por otra parte paga pero se ahorra al invertir en salud (prevención de la depresión y el estrés) y reducir el presentismo y el absentismo. Un empleado sin problemas es un empleado feliz que puede dedicarse a realizarse en el trabajo aportando lo mejor de sí mismo al proyecto empresarial. En el caso de la asistencia psicológica el apoyo puede ser presencial, además de telefónico y es la empresa la que contrata el máximo número de sesiones, normalmente entre 5 y 8.

Solo acabar incluyendo uno de los muchos mails que recibimos de empleados satisfechos por el servicio: “Gracias y mil gracias. Me habéis salvado la vida. Gracias a vuestro apoyo no solo he resuelto los problemas legales que tenía sino que he mejorado la relación que tengo con mis managers y con mi familia. He aprendido mucho sobre cosas que recordaré toda la vida. Gracias a XXXX por darnos este servicio.”


viernes, 5 de abril de 2013

Lo que debemos evitar para ser felices


Leo el libro de Carmen Serrat Valera y Alexa Diéguez titulado Tú puedes aprender a ser feliz de la Editorial Aguilar. Os lo recomiendo a todos. Se trata de un curso acelerado y comprimido de psicología desde el punto de la positividad. Algo que va mucho más allá de Selligman con su psicología positiva porque aborda tanto lo que debemos hacer para ser felices como cada una de esas cosas que nos lo impiden. Cada sección está  ilustrada con frases que nos inspiran, metáforas de cuentos y de la filosofía y ejercicios para poner en práctica los conceptos que expone.



Os animo a identificar cuantas de las siguientes conductas se repiten en vuestras vidas y habría que erradicar:

-          Preocuparse en exceso por los problemas en lugar de ocuparse de ellos

-          Bloquearse ante los problemas y no saber cómo resolverlos

-          Obsesionarse con el pasado

-          Pensar que si algo te ha marcado en el pasado estás marcado para siempre

-          Preocuparse por el futuro y esperar que siempre ocurra lo peor

-          No tener nunca suficiente y estar siempre insatisfecho

-          Verlo todo blanco o negro

-          Leer el pensamiento de los demás, saber lo que están pensando

-          Hacer una montaña de un grano de arena

-          Pensar de forma rígida, no tener flexibilidad

-          Tener miedo a cambiar

-          Fijarse solo en el lado negativo de las cosas

-          Creer que no es posible evitar sentirse triste, estresado o preocupado

-          Pensar que en la vida hay que sufrir lo menos posible y evitar todo lo molesto e incomodo

-          Considerar que no podemos controlar la propia vida

-          Buscar desesperadamente el amor incondicional

-          Dejar las cosas para más tarde

-          Ser prisionero del perfeccionismo

-          Cultivar el victimismo

-          Compararse con los demás

-          Necesitar ser aprobado, aceptado y querido por todos

-          Pensar que en este mundo existen pocas personas buenas

-          Estar muy preocupado por los demás y olvidarse de uno mismo

-          Sentirse responsable de los problemas de los demás

-          No aceptar que a menudo no podemos cambiar a las personas que nos rodean ni ciertas situaciones

-          Pensar que solo seremos felices cuando…

-          Culpar a los demás de lo que nos ocurre

-          Pensar “no puedo” “no soy capaz”…

-          Empeñarse en tener siempre la razón

-          Vivir bajo la tiranía de los “debería” y los “tengo que”

Muchas ¿verdad? La buena noticia es que podemos aprender a cambiarlas todas. En ese crecimiento que hacemos a lo largo de nuestra vida para ser mejores personas, debemos trabajar cualquiera de estos comportamientos simplemente para ser más felices. Nos lo merecemos.

Prometo contar en  mi próxima entrada lo que el libro sugiere que SI hagamos para conseguir la felicidad.
PS. La foto es de Alejandro Abella.

viernes, 15 de febrero de 2013

El problema de no aceptar ni las circunstancias, ni a los demás como son:


Hoy queremos hablar de uno de los mayores problemas que TODOS tenemos en casa y en el trabajo. A todos nos cuesta aceptar que las personas no hagan lo que nosotros creemos que tienen que hacer y que las cosas no marchen como nosotros creemos que deben de marchar. Grave problema y el origen de la agresividad y el descontrol que vemos a nuestro alrededor. La ira surge de la frustración de ver que personas y cosas no son lo que queremos que sean.

Juzgar las opiniones y el comportamiento de los demás, tratar de cambiarles y corregirles con la consiguiente frustración (¿quién se deja cambiar así como así?) lleva a grandes enfados y a sentimientos de impotencia y de rabia. No podemos esperar que los demás se porten de otro modo y tenemos que aceptar, que aunque seamos conscientes de que los demás se equivocan, todos tienen derecho a actuar como quieran. Al fin y al cabo, las personas actúan en función de sus intereses y sus objetivos basándose en su propia experiencia que por otro lado puede ser muy diferente de la nuestra. Hay tantos puntos de vista como personas hay en el mundo y todos sabemos lo que nos conviene mejor que nadie. De la realidad no hablemos. Si hay crisis tenemos que aceptar que las cosas son así para ponernos a cambiarlas y no nos ayudará solo quejarnos resistiéndonos  a aceptar que ciertas cosas son como son. Si para ir a trabajar pasamos mucho tiempo sin poder avanzar debido al tráfico, tendremos que aceptar que esto ocurre y desde esa aceptación  encontrar soluciones como utilizar el tiempo para aprender inglés o para relajarnos escuchando música.

¿Alguien puede pensar en algún rol donde podamos controlar lo que hace el otro o cambiar la realidad? ¿Podemos cambiar a nuestros compañeros de trabajo y conseguir que hagan lo que queremos? Ni siquiera como managers o directivos conseguiremos cambios por la fuerza, quizás sí de algunos, pero nunca de todos, todo el tiempo. Como padres, nuestros hijos harán mucho de lo que queremos, pero no siempre, y mucho menos a partir de la adolescencia. ¿Cuánto nos cuesta que un hijo perezoso se ponga a estudiar? ¿Si lo conseguimos es porque les hemos obligado o porque ellos han decidido hacer algo diferente? ¿Conseguimos que nuestra pareja siempre haga lo que creemos que debe hacer o también tiene su criterio, con cierta frecuencia diferente del nuestro? Cualquier interacción en casa o en el trabajo puede ser el origen de frustraciones porque las cosas no las hacen los demás como queremos o porque la realidad no es la que queremos que sea.

Solo desde la aceptación del otro y de la realidad podremos relajarnos, controlar nuestra ira, hablar y negociar. Solo conociéndonos, sabiendo lo que nos descoloca del otro pero escuchándole podremos reducir nuestras frustraciones y disponernos a encontrar soluciones. Recordemos que escuchar el discurso del otro no significa estar de acuerdo con él/ella. Significa aceptar que solo desde entender las razones que llevan a los demás a pensar o actuar con diferentes criterios podremos, mediante la negociación y la asertividad, entendernos. Dejemos de invertir energía en controlar lo que los demás dicen, piensan, hacen y sienten o de cambiar realidades que no se pueden cambiar y utilicémoslas para encontrar soluciones. Nos sentiremos mejor y mucho menos frustrados.

lunes, 28 de enero de 2013

El jinete y el elefante: analogía sobre la dificultad del cambio

Una manera de plantearnos como podemos hacer que las cosas cambien es acudir a Jonathan Haidt quien en su libro “La Hipótesis de la Felicidad” nos plantea que la dificultad que tenemos para cambiar se origina en  el conflicto que existe entre nuestro lado racional y nuestro lado emocional. Para ilustrarlo nos presenta una analogía muy gráfica: la figura de un jinete a lomos de un elefante. Según esta analogía, el jinete representa nuestro lado racional, las órdenes sobre a donde tenemos que dirigirnos y que debemos hacer para cambiar, mientras que el elefante representa nuestro lado emocional, grande, pesado y a veces testarudo. Mientras que el jinete parece tener el control absoluto con su poco más de metro y medio y cincuenta kilos, el elefante de seis toneladas puede proponerse llevarle a otro sitio sin que el jinete pueda hacer nada. Imaginemos por ejemplo que se asusta ante un ruido, o ante un ratón.
El elefante comprende todos nuestros sentimientos, las reacciones inmediatas y viscerales, (las tres “Fs” de las que hablan los americanos: Fight, Flight, Freeze o Lucha, Escapa, Paralízate) pero también los sentimientos de amor, compasión, preocupación por los demás etc. El jinete comprende la razón, nuestro córtex frontal cerebral capaz de discernir qué es lo que hay que hacer en cada momento. Aunque el jinete crea tener un control absoluto y firme sobre el elefante, en realidad no lo tiene. Aunque quiera llevarnos a comer menos, a dejar de protestar, a tener mejores resultados en el trabajo o controlarnos mejor cuando nuestros hijos nos sacan de quicio, el elefante puede llevarnos por otro lado. Cada uno, elefante y jinete, tiene su propia inteligencia (emociona IE e intelectual CI) y no siempre funcionan bien juntos. El elefante por ejemplo es un haragán y no le gusta el sacrificio a largo plazo, analizar y pensar más allá de una reacción y del momento. El jinete lo analiza todo, sopesa y sabe dónde tiene que ir aunque eso signifique renunciar a placeres inmediatos.
Hoy en nuestro blog, solo queremos plantearos algo. Para cambiar no podemos hablar solo con el jinete. O hablamos con el elefante, le escuchamos y le entendemos o puede no querer llevarnos donde hay que ir. Solo cuando seamos capaces de alinear razón y emociones; jinete y elefante podremos conseguir cualquier cambio que nos propongamos en nuestra vida laboral o personal.